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April 20, 2024
Política

Civismo y política

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  • January 15, 2022
  • 6 min read
Civismo y política
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Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo)

 

San Pedro de Macorís, martes 7 de diciembre 2021.- Al abordar el intrincado concepto de la política y su vínculo acrecentado con un comportamiento civilista, es decir, de las obligaciones y responsabilidades del ciudadano con deberes públicos cuyo aca- tamiento lo identifica socialmente entre los demás por su capacidad cultural, debemos asociar ambas acepciones al legado teórico e histórico de los dos eruditos del tema, Platón y Aristóteles, cuya taxonomía nos guía por rutas esclarecidas sobre el tema.

Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria, conceptualizó que la política no era una especulación sino “la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”, la realidad vista desde la práctica del quehacer político de los políticos se distancia kilométricamente de aquella valerosa y ética apreciación duar- tiana. De acuerdo con Platón, la política es el arte de gobernar a los hombres con su consentimiento. (Ética a Nicómaco).

En nuestro caso, República Dominicana, sin tener que hurgar en el horizonte internacional donde son frecuentes situaciones de líderes políticos corruptos, demagogos y farsantes, podemos afirmar a la luz de la herencia ética legada por Duarte, que el ejercicio político ha degenerado en un certamen de competencias de embustes caracterizado por simulaciones y poses tea- trales en procura de engatusar a los inge- nuos e incultos en su trampa gansteril.

La enseñanza proveniente de los  enciclopedistas franceses,  Diderot, Montesquieu, Voltaire, Rousseau, entre otros filósofos, y  científicos identificados con un  pensamiento crítico y contestatario contra las desigualdades sociales,  así como   la inolvidable  Declaración de Independencia de las trece colonias reunidas en Filadelfia el 4 de julio de 1776, con los postulados, li- bertad de reunión y de expresión, igualdad ante la ley, división de poderes y  soberanía popular,  se constituyeron en  pautas   de trascendencias  históricas.

Por lo tanto, es inaceptable a la luz del significado de los ideales plasmados  con sangre y lucha heroica, la presencia al frente de cualquier Estado de un líder cuyas acciones contravengan la herencia consignadas en las proclamas nacidas de la subversión revolucionaria de los pueblos que lograron sacudirse y liberarse de todo yugo de opresión.

Los cambios en el orden político están estrechamente ligado al espíritu y vocación de civismo de los ciudadanos, por cuanto respetar el mandato de la Constitución y las leyes adjetivas que la acompañan se hace imperativo para preservar el orden y la paz en toda sociedad organizada. Implica una identidad de respeto personal, es decir, que al ser todos iguales ante la ley, debemos regirnos por cánones que resultan de la civilidad que presupone vivir bajo el amparo de la civilización, una etapa superior a toda barbarie y salvajismo primitivo.

Civismo y política son siameses y cuando falta uno de su componente todo se convierte en caos, anarquía, desorden, irrespeto y violencia irracional. No importa que desde el ámbito de la política como comportamiento nos encontremos con dirigentes inescrupulosos o que aparezcan hombres y mujeres desarrollando conductas incivilizadas, nuestra responsabilidad es demostrar madures, sensatez, escrúpulo, dignidad, honra, decencia, ética, respeto por los demás y un sentido de identidad competitivo.

La política es bella y atractiva por cuanto de la misma derivan todas las demás mani- festaciones filosóficas y morales. Entraña democracia, equidad, tolerancia, pluralismo. Legitimisa las interrelaciones de matrimonio entre hombre y mujer; sostiene los códigos que garantiza la comprensión y la hermandad humana las relaciones en familia, y permite proyectar las capacidades que impulsan el trabajo, la producción material, económica, artística, intelectual, empresa- rial. Su ética es exigente; desconocerla, vio- lentarla, acarrea sanciones y consecuencias contundentes.

Todos los mecanismos del Estado, las reglamentaciones de normalidad, los estamentos regulatorios,  la administración de la propiedad pública, el desenvolvimiento ciudadano en su cotidiano afán  de subsistencia, fluyen en  variantes políticas ema- nadas de acuerdos y pactos públicos y sociales  establecidos  como garante  del comportamiento decente y honrado que debe adoptar toda persona que vive en sociedad. Obliga a la ecuanimidad entre todos. Su práctica descansa en el dialogo, negociaciones, acuerdos y pactos de obligados compromisos cuya vigilancia recae en las autoridades y dirigentes sociales, por cuanto en muchos casos la falta de educación, cultura y formación personal, lleva a ignorar el acatamiento de los mismos.

Por eso se utiliza con regularidad el termino sociedad civilizada, hombre civilizado, con lo que se indica claramente que para comprender el amplísimo contexto de los valores que permiten al hombre crecer y desarrollarse en un ambiente de armonía, paz y sana convivencia, hay que tener conciencia, una conciencia proveniente de la educación tanto en el hogar como fuera del mismo.

Los valores de Libertad, Derechos Humanos y Respeto a la Vida, son universales, provienen del desarrollo de la conciencia de la humanidad.  Cuando se vivía miles de años atrás en medio del atraso y la miseria humana las tiranías, los gobiernos de fuerza, despóticos, era algo normal, el hombre común atribuía ese mandato a imposición divina. Es a partir del desarrollo de la conciencia psíquica que el hombre se percata de su marginalidad social frente a los poderes que administran su vida. Es a partir de ese conocimiento que se rebela contra la esclavitud y toda forma de mordaza tiránica. Las revoluciones han tenido el propósito de emancipar al hombre y los pueblos del dominio absolutista.

Ser un hombre con civismo indica tener una cultura del conocimiento del entorno social, que se vive socialmente en competencia socio-cultural,  y que la vida, en su desarrollo requiere de acatamiento a políticas humanas sustentadas en principios de intereses comunes con los demás.  Infringirlos conlleva amonestaciones y medidas coercitivas de parte de la sociedad cuya dinámica competitiva promueve regla- mentaciones de control y supervisión igua- les para todos.  Nadie está por encima de la Ley.

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