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April 20, 2024
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EL CINE DOCUMENTAL DE RENÉ FORTUNATO, Primera parte

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  • January 15, 2022
  • 5 min read
EL CINE DOCUMENTAL  DE RENÉ FORTUNATO, Primera parte
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Obra cumbre del civismo cinematográfico dominicano

 

Agustín Cortés Robles 

 

 

 

En la Industria Cinematográfica Dominicana, desde mucho antes de que se aprobara la Ley Nacional (108-10) de Fomento Cinematográfico en el 2010, salió al mercado nacional e internacional un conjunto de largometrajes documentales bajo la dirección y guion de René Fortunato. Ese serie de documentales, inspirados en  hechos históricos fundamentales de la historia social, política y económica del país, han sido valorados en festivales y eventos de cine de naciones hermanas, confiriéndoles alto valor profesional.

El cineasta Fortunato ha manejado de manera acertada tres (3) personajes claves de la historia reciente del país, cuya trascendencia política han traspasado las fronteras de la nación. Sus protagonistas han sido Rafael Leónidas Trujillo Molina, Juan Bosch y Joaquín  Balaguer. Además, los dos últimos personajes destacan por una fértil, ardua y estética labor intelectual, que también han sido  reconocidas en importantes foros continentales y mundiales.

La oportuna osadía creativa de René surge en un momento en que nuestros archivos fílmicos (películas y videos en todos sus formatos) corrían el riesgo de dañarse en su totalidad. Muchos de esos materiales rodaban a la intemperie en patios de nuestras estaciones privadas y públicas de televisión y otros, en inhóspitos espacios de la antigua cinemateca nacional, luego llamada Centro Nacional Histórico Cultural, y posteriormente, Cinemateca Dominicana.

La obra documentalista de Fortunato cobra alto valor histórico cuando él diseña una propuesta audiovisual concebida como producto audiovisual bajo los criterios requeridos por cualquier película largometraje (ficción o documental) jugando plásticamente con la música, la musicalización, la intervención estética de fragmentos discursivos, diálogos, expresiones y contextos sonoros incluidos en los materiales rescatados de los archivos improvisados en que la indiferencia estatal los había depositado.  A esa pericia  creativa agrega René un bien  elaborado  texto que enfatiza ante los espectadores la trascendencia de los hechos que han marcado la historia reciente del país.

Esa pieza literaria bajo su tutela narrativa (guion correctamente ela- borado, llenando de plasticidad su obra) encuentra la voz profesional, adecuada, pero sobre todo, dramáticamente motivada para transmitir los hechos y eventos en pantalla sin la más mínima intención de competir con las imágenes, todo lo  contrario, las exalta y valida ante los espectadores. Esa labor de alta sensibilidad creativa en cada pieza documental, la confió René a un experimentado lo- cutor de la vieja escuela nacional de la palabra, el dominicano Jesús Rivera.

Por la correspondencia estética de todos los elementos que integran la banda sonora de cada documental de nuestro extraordinario documentalista, entre ambos  profesionales hubo un intercambio empático de criterios, combinando magistralmente los demás elementos (música, audios de archivo, sobre-impresiones literarias, efectos de sonido, rediseño fotográfico) en el laboratorio de edición y postproducción, para conjugar de manera armónica y digerible la obra en su totalidad.

Debemos en el país, tanto ci- neastas, teleastas, videoastas, historiadores, y creativos en sentido general, reconocer que el realizador audiovisual que corresponde al nombre de René Fortunato, rescató del anonimato histórico, social y político, materiales fundamentales de la nación, y que producto de esa visión ade- lantada, objetiva y sistemática que implementó, una amplia población de mitad del siglo veinte (XX) pasado, y toda la del presente siglo veinte y uno (21), tendrán la oportunidad de cono- cer, analizar y establecer criterios sobre el país en diferentes momentos, desde principios y final del siglo veinte.

La conceptualización creativa de su obra adquiere la conjunción de diversas ciencias, técnicas y especialidades cordialmente diseñadas en el discurso narrativo de cada docu- mental, destacando de manera exponencial la música, la historia, la sociología, y un marcado estudio de la psicología del dominicano ante diversos estímulos auditivos, sensoriales y visuales, de manera que su atención ante cada exhibición, sea total y exclusiva para el documento audiovisual al apagar las luces del escenario.

En su caso particular, hasta el manejo del tiempo y el espacio ante el extenso volumen de material en su poder, adquiere notables valores de incidencia en la psiquis de los espectadores, pues el tiempo de proyección ha sido favorablemente aceptado por los espectadores, independientemente de su extensa pero necesaria proye- cción en pantalla. Muchos espectadores, incluidos realizadores, críticos, intelectuales y académicos de diversas disciplinas cognitivas entienden  que un documental para ser gentilmente aceptado y digerible no debe exceder los cuarenta y cinco (45) minutos frente al público. El profesor honorario de la Escuela de Cine de la UASD, rompe con ese esquema impuesto por lige- ras concepciones comerciales, y hace una carrera profesional exitosa, a partir de su cosmovisión particular del cine.

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